En el momento en el que vivimos, dónde el gel hidroalcohólico es el recibimiento en cualquier lugar y los desinfectantes, una recomendación social, no podemos, sin duda, recordar que las bacterias nos han ayudado desde siempre. Pero, ¿por qué las perseguimos? ¿por qué las queremos aniquilar?

En algún momento, una “fake news”, nos convenció de que las todas las bacterias eran dañinas y era necesario terminar con ellas para alcanzar una salud plena, pero, nada más lejos de la realidad, las bacterias nos acompañan constantemente, consiguiendo que nunca estemos solos y no sólo nos están acompañando, sino que también, contamos en nuestro día a día con su ayuda incondicional, incluso cuando son las grandes infravaloradas de nuestra existencia.

Primeramente, deberemos responder a la pregunta ¿qué es una bacteria?, la palabra bacteria, proviene de “bastón pequeño” y se define como un organismo unicelular procariota, con el ADN libre en el citoplasma.

Las bacterias forman parte de nuestra microbiota. Considerando que la microbiota está formada por diferentes tipos de microorganismos (Virus, bacterias, hongos…) que viven en un ambiente determinado. Así tenemos una microbiota en la piel, en el intestino, en el aparato urinario, etc. ya que estamos “acompañados” de millones de microorganismos. En concreto, a las bacterias que son beneficiosas para nuestra salud, en las cantidades adecuadas, se denominan probióticos.

En segundo lugar, debemos tener presente que la cantidad y el tipo de probióticos del que disponemos en cada uno de nuestros organismos, actúan en muchos ámbitos de nuestra vida, ya que intervienen en el eje cerebro-intestino, actuando sobre nuestro comportamiento ya que intervienen en la producción de hormonas como la serotonina en la luz intestinal; en el eje intestino-riñones, participando con su deficiencia en la insuficiencia renal crónica, en la prevención de la formación de cálculos renales y en la hemodiálisis, en la piel, participando en su defensa, etc.

En tercer lugar, el estado de salud plena se acompaña con el equilibrio en la microbiota de nuestro organismo, denominándose, eubiosis. Cuando ocurre un desequilibrio, se llama, disbiosis y está motivado por factores tanto genéticos como del estilo de vida de la persona. Sin embargo, ¿qué sintomatología puede producir la disbiosis?, se puede caracterizar por dolores de cabeza, niebla mental, cansancio, hinchazón en el abdomen, picores, alergias, intolerancias, dolores articulares, subidas y bajadas de peso, gingivitis, alteraciones hormonales, entre otros muchos síntomas. Esta sintomatología, no solo se refiere al exceso de probióticos, sino también a su deficiencia.

¿Dónde podríamos encontrar a estos microorganismos tan beneficiosos? La respuesta, es sencilla y nos lleva una vez más a nuestra alimentación. A continuación, se muestra una tabla-resumen de los probióticos más utilizados y su beneficio para el organismo:

Por último, cuando introducimos en nuestra dieta nutrientes que son beneficiosos para la microbiota, estamos introduciendo prebióticos. Estos prebióticos, favorecen la recolonización de la mucosa intestinal y el aumento de la frecuencia de deposiciones. Se encuentran en los plátanos, ajos, cebollas, espárragos, guisantes, alcachofas, etc. Como curiosidad, el pan de masa madre contiene probióticos y prebióticos al mismo tiempo.

En conclusión, los microorganismos conviven con nosotros, no sólo en el intestino, sino también en el resto de nuestro organismo, su desequilibro nos produce molestias y es necesario tener en cuenta su importante papel en la salud personal, intervienen en nuestra felicidad, estado de ánimo, en la inmunidad y por qué no, en nuestra soledad.  Como cita Arponen (2019), en su libro “Es la microbiota, idiota”, un proverbio africano, “Si quieres ir rápido camina solo, si quieres llegar lejos, ve acompañado”, así que, “NO ESTÁS SÓLO, ¡QUÉ LAS BACTERIAS TE ACOMPAÑEN!”.

Bibliografía:

Arponen, S. (2019). Es la microbiota, idiota. Barcelona: Alienta.

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Pepa Cano Jiménez. Profesora CAE. EFA La Serna.